02 julio, 2012

7 acciones urgentes para un mejor proceso electoral.



Aún con la resaca del proceso electoral de este fin de semana e independientemente del resultado, como ciudadano común y corriente, me parece urgente comenzar a trabajar para que dentro de 6 años no se repita la misma historia. 

Aclaro que no soy ninguna autoridad en el tema, que probablemente no tengo idea de lo que hablo y que seguramente lo que propongo ya existe y simplemente se lo pasan por el arco del triunfo.  La intención de esto es, primero que nada, desahogarme; y en segundo lugar, lanzar una botella al mar, un grito desesperado esperando que alguien tal vez con más poder, huevos, o instrumentos políticos y legales para cambiar nuestro país lo lea y busque llevarlo a cabo. 

De antemano abro el espacio para que si alguien tiene algo que agregar, modificar o refutar, me lo comenten -con respeto porfa-. Soy sólo un ciudadano en busca de respuestas, pero  acepto con humildad que seguramente no hago las preguntas correctas. 

Aquí las 5 acciones que considero urgentes para construir un mejor sistema electoral y no vivir condenados a repetir la historia cada 6 años:

Reducir el presupuesto de la elección.

Es indignante ver las cifras en cuanto a los gastos de campaña que tiene cada uno de los partidos, candidatos y los costos de operación de la elección. Se habla de más de 10 mil  millones de pesos para la operación y organización de las elecciones. Supongamos que esto se debe a que a diferencia de países como Brasil que llevan 10 años usando urnas electrónicas, en México el voto sigue haciéndose con papeletas y las credenciales de elector tienen miles de sistemas de seguridad; lo que notablemente incrementa el costo. El gasto sería justificable si no fuera porque a pesar de invertir miles de millones de pesos en evitar la corrupción, esta sigue sucediendo.

No conformes, esta cifra además no contempla el gasto extraoficial que hacen los partidos durante las campañas; y a eso súmenle todo lo que se le invierte por debajo del agua, es decir, inversión privada y dinero del narco para financiar campañas. Agréguenle también el negocio que representa el tener un partido político -en tiempo de elecciones o no- es tan jugoso que los convierte en una incubadora de mafias sedientas de que les toque una parte del pastel, si no es que de llevárselo completo. 


La cereza del pastel son los sueldos y bonos exhorbitantes que perciben los consejeros de todas las autoridades electorales. Nuestro sistema electoral debe reducir por mucho estas cifras si queremos seguir avanzando en la construcción de una democracia saludable. 

Postular un proyecto de nación, no sólo a una figura pública.

Durante este proceso, la izquierda tuvo la idea de brindarle soporte a la figura de Andrés Manuel mediante la postulación de un gabinete definido antes de la elección. Esto obligó a los ciudadanos a preguntarle a los otros candidatos, a quién pensaban tener cerca durante su mandato. Josefina a modo de patadas de ahogado, evidenció que ni siquiera había pensado en ese supuesto y postuló, sin preguntarles, a varias personas incluidas el actual presidente como miembros de su gabinete. 

¿Qué pasaría si como requisito para el registro de una candidatura a la presidencia, se le exige al partido entregar un proyecto de nación por escrito? Un documento detallado de dominio público que contenga sus propuestas desarrolladas (para que nos expliquen...con tiempo... cómo es que a ellos sí les salen las cuentas), así como las personas que integrarían los cargos públicos de confianza durante su mandato (secretarías, procuradurías, etc.) Los ciudadanos debemos votar por un proyecto de nación tangible y no sólo por la figura de un candidato.


Restringir lo que pueden o no hacer los candidatos durante sus campañas. 

Una campaña electoral es marketing y publicidad. No obstante, mientras un publicista se enfrenta al reto de construir una marca resaltando sus valores y atributos; las campañas electorales se van al nivel más básico diciendo: Vota por mi porque el de junto miente, no cumple o es un peligro para México. Se esfuerzan tanto por destruir, que se olvidan por completo de construir. Hace 6 años sucedió y aunque la “guerra sucia” se vio con malos ojos, durante este proceso fue nuevamente que permitida. 

Entre muchas otras regulaciones, debería existir una regla que durante campaña prohiba a los candidatos, partidos y terceros (Televisa o líderes de opinión por ejemplo) opinar sobre otro candidato o partido. Esto incluye a los inútiles debates y a los programas de “opinión” como Tercer Grado que más bien parecen un refrito de “Hasta en las mejores familias” con Doña Carmen Salinas. En vez de todo esto, podemos destinarle tiempo de cadena nacional, a cada candidato por separado, para que junto con su gabinete nos exponga a detalle su proyecto de nación y podamos hacer un voto más razonado. 

En caso de que existiera información relevante sobre algún candidato que potencialmente pusiera en riesgo su candidatura o al país (Delitos, fraudes, hermanos incómodos, etc) correspondería a quien acusa hacer una denuncia formal y a la autoridad -no a los noticieros u otros partidos- informar al pueblo sobre ello. Lo que me parece grave de hoy en día es que con total impunidad se lancen acusaciones y se manipule la información para crear percepción más no realidad. 

Perseguir y castigar delitos electorales.

Una vez establecidas las reglas, debe existir quien vea que se cumplan y sobre todo alguien que castigue a quien no lo haga. Es indignante que en pleno día de la elección se violen, mediante mensajes del PVEM, las leyes electorales e incluso de datos personales (porque yo nunca les di mi número) y simplemente no pase nada. Los delitos electorales deben perseguirse y castigarse; si un candidato o partido violara alguna regla, dependiendo de la gravedad, se le debería sancionar económicamente, con votos, con la candidatura misma, con el registro del partido o incluso la cárcel. 

Si un partido lanza un spot desacreditando al candidato de otro partido: El partido agresor debería ser multado económicamente y perder un porcentaje de votos de su resultado final. Si por otra parte, es el candidato quien viola las reglas, inmediatamente deberá perder su candidatura y el partido tendría que tener un reemplazo. Si fuera un medio o tercero el que incide en el proceso electoral, de igual forma se deben considerar sanciones. 

Replantear el sistema electoral.

No es posible que una sociedad sea obligada a votar por 4 candidatos que no satisfacen sus necesidades. El 90% de la gente con la que tuve la oportunidad de dialogar durante este proceso manifestaba que ninguno lo convencía e iba a votar por el menos peor de los cuatro. 

Si la ciudadanía, mediante la anulación de su voto, expresara que ninguna de las opciones lo convence. Esto debería automáticamente anular la elección y obligar a los partidos a buscar nuevos candidatos, dando pie así a que la administración actual prolongue su periodo de mandato. Ojo, esto no significa reelección, significa que no queremos someter al país a un cambio que provoque inestabilidad por candidatos mediocres. Evidentemente, no se permitirá hacer campaña pro-anulación; debe ser una decisión personal que sumada se convierta en voluntad colectiva. De igual forma, se debe prohibir que los candidatos que no se vean favorecidos en una elección, vuelvan a postularse en el periodo inmediato; la alternancia es sana.

Así mismo, es imperante la necesidad de una segunda vuelta entre el primer lugar y el segundo en caso de que el virtual ganador no posea el 51% de los votos. Esto quiere decir que si existe más del 50% del electorado que no votó por el ganador (como sucedió este domingo), debe hacerse una segunda ronda, sin posibilidad de anulación, para que uno de ellos resulte ganador absoluto. 

Incorporar tecnología.

Como lo mencioné en el primer punto se invierten millones de pesos en hacer elecciones como en la época de las cavernas. Se entiende que existan comunidades que aún usen el “aplausómetro”, o que no tengan acceso a servicios básicos y mucho menos a internet; pero eso no debe pretexto para detener al país. 

En África existen comunidades que se han saltado una o dos generaciones de tecnología para poder iniciar su proceso de evolución social. Esto quiere decir que han saltado de no tener líneas telefónicas a internet Wi-Fi o de no tener si quiera calles pavimentadas a transportarse en vehículos voladores. No entiendo cómo teniendo tamaño presupuesto, no podemos implementar soluciones tecnológicas que transparenten y faciliten la elección. 

No estoy hablando sólo de casillas electrónicas -que a mi parecer es tecnología vieja- ,  estoy hablando de (voy a soñar un poquito) monitoreo en video y tiempo real de todas las casillas, poder votar desde casa, sistemas de reconocimiento de huella digital, retina o facial. Creo que en México ideas sobran, ¿por qué no hay una licitación o concurso al respecto? Los estudiantes podrían estar haciendo este tipo de propuestas y no marchas y plantones. 

¿Y la ciudadanía?

Por supuesto que nosotros también tendríamos chamba que hacer durante un proceso electoral. Primero que nada, informándonos más y siendo más críticos con los partidos y candidatos; y en segundo siendo los principales observadores de que las reglas se cumplan; denunciando a tiempo (con las autoridades, no con Facebook) las anomalías en el proceso. 

Pero lo que me parece más relevante es hacer un acuerdo de civilidad entre nosotros, cada quién apoya o es partidario de algún candidato, más al voto ser LIBRE y SECRETO no necesitamos persuadir como fanáticos religiosos a quien se nos cruce en frente. Sueño con un proceso electoral de 2018 sin miles de imágenes en facebook, sin hashtags, sin que la discusión política sea el tema durante toda una comida y sin tener la necesidad de menospreciar a alguien simplemente porque no apoya al mismo candidato que tú. Un proceso en donde cada quien se toma el tiempo necesario para decidir y nosotros confiamos en que lo hace con responsabilidad.

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