23 mayo, 2011

De la ausencia y de mi...

Alguna vez escuché que la ausencia disminuye las pequeñas pasiones y aumenta las grandes.

Sí, del mismo modo que el viento apaga una vela pero aviva los incendios, en ocasiones una pequeña dosis de ausencia puede provocar que te des cuenta más pronto de lo que esperabas que aquello que tanto interés te causaba era sólo una famosa llamarada de petate. En contraste, algunas veces la ausencia te hace darte cuenta de cuan importante es algo para tí y, en el mejor de los casos, después de hacerte valorar y reflexionar termina por convencerte de regresar a ello.

Es así como en ocasiones una escapada al antro sin la novia nos hace darnos cuenta de cúanto extrañabamos salir de cacería y experimentar esa sensasión de libertad. No obstante, cuando esa escapada se convierte en todo un verano (o más) realmente llegas a valorar que una noche de pasión no vale ni la mitad que cualquiera de las otras 364 en que tu pareja te hace sentir el centro del universo.

En otro contexto; cuántas veces sobrevaloramos las nimiedades a las que dedicamos toneladas de energía y hasta damos por hecho que son indispensables para mantener latiendo nuestro corazón y girando nuestro mundo. Basta con salir de nuestra burbuja por unos momentos para darnos cuenta que la vida no se termina si renunciamos a aquel trabajo que no nos gusta, si terminamos aquella enfermiza y destructiva relación amorosa o si decidimos pagar una costosa renta a cambio de la independencia y libertad que queremos tener.

A veces poner tiempo o tierra de por medio es la mejor manera de saber si lo que nos ocupa el pensamiento realmente lo merece; es entonces cuando te encuentras sentado bajo un árbol, abrazando tus piernas mirando las estrellas melancólicamente igual que el Jamaicón y te preguntas...¿Por qué no he escrito en mi blog?

La respuesta, por más cargada de pretextos que pueda estar, no sirve de nada si no te sientas y pones a tus dedos a trabajar y escribes este post. No es un anuncio de mi anhelado regreso ni mucho menos una lección de vida, simplemente es un intento de dejar a un lado las 101 pasiones que estuve explorando durante este tiempo y terminar con esta ausencia de la cual ya he obtenido el aprendizaje: amo escribir.

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